La importancia de conocer la relación entre la cintura y la altura en los menores radica en la capacidad de prevenir afecciones cardíacas graves, que comienzan desde la infancia y se presentan durante la adultez. La obesidad infantil se encuentra en el núcleo de diversas enfermedades cardiovasculares (ECV), como serían los infartos, derrames cerebrales y cardiopatías reumáticas. Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que las ECV son la principal causa de fallecimiento a nivel global, cobrando 17.9 millones de vidas anualmente. Los hábitos de vida poco saludables, como la dieta inadecuada, falta de ejercicio, consumo de tabaco y alcohol, son algunos de los factores de riesgo preeminentes para desarrollar estas condiciones. Reducir el consumo de sal, evitar el alcohol y el tabaco, junto con adoptar una rutina de ejercicios y una dieta rica en vegetales, son pasos fundamentales para eludir el desarrollo de ECV.
Mantener un control sobre la grasa abdominal es crucial para valorar el peligro de enfermedad cardiovascular, aunque las estrategias tradicionales para medirla son complejas y onerosas. La relación cintura-altura, derivada de la división de la medida de la circunferencia de la cintura entre la altura del individuo, es una alternativa fácil y accesible que puede realizarse con una cinta métrica convencional. Esta medida, además de ser costo-efectiva, ha mostrado ser un indicador fiable del peligro de presentar enfermedades cardiovasculares desde la niñez. Se considera que un índice superior a 0.5 es indicativo de un riesgo aumentado de padecer hipertensión, altos niveles de colesterol, triglicéridos y glucosa. Por ello, su inclusión en los análisis nutricionales es fundamental, particularmente para personas con obesidad y en el caso de los niños y adolescentes, para estimar el potencial de riesgo cardiovascular. Se aconseja que este índice siempre sea menor a 0.5 para mantener un estado de salud óptimo.
Además, incorporar el índice cintura-estatura (ICE) como parte de un examen nutricional completo en niños y adolescentes con índices de 0.5 o mayores, brinda una perspectiva clara sobre el estado de salud cardiovascular. Esto ayuda a orientar intervenciones tempranas que pueden modificar positivamente su trayectoria de salud a largo plazo, enfatizando la importancia de una nutrición equilibrada y actividad física regular desde una temprana edad. Implementar estas estrategias desde la niñez instaurará un fundamento sólido para el futuro bienestar físico, minimizando así el riesgo de afecciones cardiometabólicas en la adultez.