Únicamente dos féminas han liderado el Departamento de Seguridad Nacional

Rosa Julia de la Cruz Ortiz y Faride Raful, pioneras en dirigir el Ministerio del Interior y Policía enmarcado en una trayectoria republicana de siglo y medio

Desde que la República Dominicana se fundó hace casi dos siglos, en 1844, únicamente dos damas han logrado escalar hasta la cima del Ministerio (anteriormente conocido como Secretaría) de Interior y Policía. Estas son: Rosa Julia de la Cruz Ortiz, quien tomó posesión de su cargo en junio de 1980 durante la presidencia de Antonio Guzmán, y Faride Raful, quien asumió recientemente su puesto. Sin embargo, durante este periodo, destacan también cuatro distinguidos juristas que, después de servir en esta posición, ascendieron a la Presidencia de la nación: Rafael Estrella Ureña, Jacinto Peynado, Manuel de Jesús Troncoso de La Concha, y Rafael F. Bonelly, quien lideró la Secretaría entre 1944 y 1948, antes de convertirse en Presidente de la República y del Consejo de Estado entre el 18 de enero de 1962 y el 27 de febrero de 1963.

Carlos Rafael Goico Morales, abogado originario de Seibo y vicepresidente durante el mandato de Joaquín Balaguer, dirigió el ministerio en tres ocasiones distintas. También, Manuel Joaquín Castillo, quien fungió como vicepresidente en el gobierno interino de Héctor García Godoy, ejerció simultáneamente en este importante rol ministerial.

Tras el derrocamiento de Rafael L. Trujillo, fueron 14 los militares de alta graduación que ocuparon el cargo, entre ellos Enrique Pérez y Pérez, en tres oportunidades diferentes, Joaquín Abraham Méndez Lara (quien también fue jefe de policía), Elías Wessin Wessin (más tarde Secretario de las Fuerzas Armadas), reemplazado por Antonio Imbert Barreras; y figuras como Juan René Beauchamps Javier, Salvador Lluberes Montás (Chinino), Rafael de Jesús Checo, Braulio Alvarez Sánchez y Salvador Augusto Montás Guerrero.

En el régimen trujillista y a lo largo de la década de 1940, Anselmo Paulino Alvarez fue nombrado en tres ocasiones como titular del ministerio, y Félix Hermida hijo, siguió en el puesto poco después del fallecimiento del dictador. Durante el conflicto de abril de 1965, el puesto fue ocupado por Rafael Tomás Fernández Domínguez y también por Víctor Gómez Bergés.

El primer encargado del ministerio bajo el gobierno de Balaguer (en su primer período), que comenzó en julio de 1966, fue Ramón A. Castillo, líder del Partido Progresista Democrático Dominicano, reemplazado a mes y medio por el Dr. Tomás Alcibiades Espinosa, representante de un sector de la Unión Cívica Nacional; poco después del ataque contra Imbert Barreras, Luis Amiama Tió fue nombrado en marzo de 1967 con la “misión expresa” de hallar a los responsables del atentado, sin embargo, renunció al no lograr su objetivo.

Durante el segundo mandato de Balaguer, varios fueron los que dirigieron el ministerio, destacándose Juan Demóstenes Cotes Morales, posteriormente procurador general de la República; Wessin y Wessin y Juan Rafael Peralta Pérez, quien más adelante presidió el Senado en tres ocasiones y, en tal capacidad, le correspondió tomar juramento a Antonio Guzmán como presidente de la República.

Relevancia educativa: Raquel Peña anima a los educadores a reflexionar sobre su impacto a través del avance de sus alumnos

Adicionalmente, la participación de la mujer en posiciones de liderazgo dentro de estructuras gubernamentales tradicionalmente dominadas por hombres, como es el caso del Ministerio del Interior y Policía en la República Dominicana, señala un cambio gradual pero significativo en la percepción social hacia el género femenino. Este trasfondo no solo resalta el progreso hacia una mayor equidad de género, sino que también promueve una diversidad de perspectivas en la toma de decisiones críticas que afectan al bienestar y seguridad de la nación. La inclinación a designar mujeres en cargos de alto nivel bajo distintas administraciones puede considerarse como un reflejo del creciente reconocimiento de la capacidad y liderazgo femenino, así como del interés en fomentar una mayor participación de las mujeres en todos los niveles del servicio público.

En el ámbito educativo, la invitación de Raquel Peña a los maestros para evaluar su desempeño a través del avance de sus estudiantes no solamente es un llamado a la reflexión interna sobre la eficacia de los métodos pedagógicos empleados, sino también un recordatorio de la responsabilidad compartida en el desarrollo educativo y personal de las futuras generaciones. Esta perspectiva fomenta una cultura de mejora continua en el ámbito educativo, subrayando la importancia de adaptar y modificar estrategias de enseñanza para satisfacer las necesidades y aspiraciones individuales de los estudiantes, asegurando así su éxito académico y su formación como ciudadanos competentes y responsables.

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