Desde el próximo lunes, Estados Unidos comenzará a procesar nuevas categorías de visas desde su embajada en La Habana. No obstante, este proceso excluye las visas B-1 y B-2 correspondientes a no migrantes por motivos de negocios y turismo, respectivamente, las cuales no se han tramitado durante varios años en Cuba.
Este anuncio se produce como parte de una serie de esfuerzos por parte de la embajada estadounidense en Cuba para reanudar gradualmente sus servicios consulares, interrumpidos desde 2017 debido a los incidentes relacionados con el conocido “síndrome de La Habana”.
Entre las categorías de visas que estarán disponibles se encuentran aquellas destinadas a trabajadores temporales o aprendices (categoria H), personas en programas de intercambio (categoría J), transferencias internas de empresas (categoría L) y personas con habilidades extraordinarias (categoría O).
Además, se incluyen las visas para deportistas, artistas y entretenedores (categoría P), participantes en programas de intercambio cultural internacional (categoría Q) y aquellos vinculados a organizaciones religiosas que desempeñan funciones religiosas (categoría R).
La embajada no brindó detalles sobre por qué se reactivan estos servicios consulares específicos en lugar de las visas de no migrante, aunque ha enfatizado que los motivos están relacionados con cuestiones de organización administrativa y logística.
La reapertura ocurre tras las afirmaciones sobre el “síndrome de La Habana”, un conjunto de problemas de salud que afectaron a empleados de la embajada de EE.UU. en Cuba, los cuales fueron atribuidos a “ataques sónicos” sin que investigaciones subsiguientes encontraran evidencia de tales aseveraciones o de la responsabilidad del gobierno cubano.
La situación desencadenó el final de un período de acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, iniciado bajo la administración de Obama, en contraste con las tensiones aumentadas durante el mandato del presidente Trump.
Cuba ha enfrentado sanciones por parte de Estados Unidos por más de seis décadas, una política que se intensificó durante la presidencia de Trump.
Esta prórroga en el procesamiento de visas, más allá de las exclusivas, revela unos esfuerzos continuados por parte de Estados Unidos para facilitar ciertos intercambios culturales, educativos y profesionales a pesar de las restricciones existentes. Este movimiento refleja no solo una necesidad de satisfacer demandas administrativas y logísticas sino también un enfoque selectivo en el fortalecimiento de ciertos lazos bilaterales dentro de los límites de las políticas vigentes.
Es evidente que la inclusión de nuevas categorías de visas es un paso importante hacia la reactivación de los intercambios entre Cuba y Estados Unidos, especialmente para aquellos sectores que benefician el desarrollo cultural, la investigación académica y el deporte. Sin embargo, esta apertura es un recordatorio de la necesidad de seguir trabajando para facilitar mayores oportunidades de interacción y entendimiento entre ambas naciones.