La profesión de la anestesia: un alivio para el dolor físico
Escrito por Juan Pérez
A lo largo de nuestra existencia hemos experimentado diversas sensaciones dolorosas. Este malestar físico, que puede ser desde moderado hasta intenso, ya sea agudo o crónico, surge como consecuencia de lesiones, enfermedades, fracturas o problemas nerviosos. Se distinguen dos tipos principales de dolor: el nociceptivo, causado por un daño tisular, y el neuropático, provocado por lesiones en los nervios.
El dolor es una señal que emite nuestro sistema nervioso para alertar que algo no va bien, es una especie de llamado de atención urgente que el cuerpo envía. Estas señales viajan a través de los nervios hasta la médula espinal y son interpretadas por el cerebro como dolor, actuando como una alarma que debemos atender.
Además, el dolor en sí mismo y el temor asociado a él pueden llevar a evitar tanto las actividades físicas como las sociales. La mente y el cuerpo están íntimamente relacionados, no pueden separarse. La forma en que la mente controla los pensamientos y las actitudes afecta directamente la experiencia del dolor en el cuerpo.
El control y la eliminación del dolor han sido una constante preocupación para la humanidad a lo largo de la historia. Durante siglos, el ser humano ha buscado maneras de hacer frente al dolor, sintiendo una profunda impotencia al no poder controlarlo a voluntad.
Entre los dolores más intensos que se pueden experimentar se encuentran la neuralgia del trigémino, el cólico nefrítico, los cálculos biliares, el dolor de muelas, la migraña, las fracturas óseas, la pancreatitis aguda, las quemaduras, el herpes zoster, los dolores del parto y los golpes fuertes en los testículos.
La historia del control del dolor físico cuenta con pioneros como Hipócrates y Galeno. Desde tiempos antiguos, se han empleado métodos rudimentarios, como el uso de esponjas soporíferas impregnadas en una mezcla de opio, mandrágora y beleño que se aplicaban en la nariz de los pacientes para inducir el sueño. La palabra “anestesia”, de origen griego, significa “sin sensibilidad” y aparece por primera vez en la obra de Platón titulada “Timeo”.
La anestesiología ha evolucionado a lo largo de los años, con la participación de científicos e investigadores de distintas culturas que han dedicado sus esfuerzos a controlar y manejar el dolor. En el pasado, se llegó incluso a utilizar métodos muy rudimentarios, como golpear la cabeza de un paciente con un trozo de madera para producir una contusión cerebral antes de operar.
En la primera mitad del siglo XIX, en “The Old Operating Theatre” en Londres, una de las salas de cirugía más antiguas de Europa que aún se conserva, dos de cada tres pacientes fallecían durante las intervenciones, según los registros del museo de ese lugar.
Se debe reconocer el invaluable aporte de figuras como Horace Wells, dentista, y su discípulo William Morton, quienes utilizaron el óxido nitroso y el éter respectivamente para beneficio de la humanidad en el control del dolor.
En el ámbito local, el Dr. Humberto Hernández García fue el primer anestesiólogo dominicano, formado en Cuba y que regresó al país en 1944 para contribuir al campo de la anestesiología en República Dominicana.
La anestesia ofrece numerosos beneficios, como el control del dolor, la reducción de la ansiedad, la relajación muscular, la inmovilización, el monitoreo de funciones vitales y una recuperación más rápida. Los avances en este campo han permitido realizar intervenciones quirúrgicas que salvan vidas y que de otro modo serían imposibles de llevar a cabo.
Expresamos nuestro agradecimiento al Colegio Dominicano de Cirujanos y a la Sociedad Dominicana de Anestesiología por sus valiosos aportes al crecimiento y desarrollo de estas especialidades. ¡Gracias, profesional de la anestesia!