En la actualidad, la política dominicana se ve permeada por una ambigüedad discursiva oficial y un pragmatismo que relativiza toda postura, mientras el rechazo hacia abusos de autoridad por parte de las fuerzas del orden parece perder fuerza. Ante este escenario, se torna urgente que desde la posición más alta de gobierno se manifieste un compromiso firme con el respeto incondicional a los derechos humanos. La tolerancia hacia acciones policiales severas en la lucha contra el crimen podría resultar en la depreciación del valor de la vida, lo cual supondría un riesgo para la sociedad dado que cualquier operativo policial esté marcado por el principio de la sacralidad de la vida y el rechazo absoluto a la pena capital.
Es importante recalcar la necesidad de aclarar acciones policiales que, bajo la justificación de “defensa del orden”, han terminado por cobrar vidas de individuos inocentes. Estas situaciones, aunque raramente llevan a consecuencias judiciales para los responsables, han salido a la luz en múltiples ocasiones, provocando escándalos públicos. La implicación legal, aunque escasa, sugiere un reconocimiento tácito de estas tragedias que merecen una investigación exhaustiva y transparente por parte de las autoridades competentes.
Es imprescindible, por tanto, que la dirección del país esté en manos de una persona con una nueva visión y principios alineados con el respeto hacia todos los seres humanos. Debe demostrar, a través de su liderazgo, la importancia de una conducta intachable, sin importar el género, especialmente en entornos donde tradicionalmente se esperaría lo contrario. En este sentido, es crucial testificar con acciones concretas el compromiso con la reforma policial a cualquier costo, asegurando que este proceso continúe sin importar los obstáculos que se presenten.
Un tema de interés: La verdadera evaluación de los votos venezolanos en medio de la confusión
La implicación de figuras públicas como Faride Raful en temas de responsabilidad social es crucial para avanzar hacia una sociedad que valore y respete los derechos humanos en todos sus aspectos. Su postura frente a estos temas no solo refleja un compromiso con principios éticos y morales, sino que también sirve de modelo para el liderazgo político del país.