Ayer, los miembros de la Asamblea Nacional, conformada por senadores y diputados, se congregaron con el propósito de permitir que el presidente Luis Abinader y la vicepresidenta Raquel Peña realicen su juramentación en un lugar diferente al habitual. Esta vez, la ceremonia para dar inicio a su nueva gestión tendrá lugar en la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, alejándose de la sede tradicional del Poder Legislativo.
La decisión encontró resistencia entre ciertos legisladores, pertenecientes al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y la Fuerza del Pueblo (FP), quienes señalaron que la justificación presidencial para cambiar la ubicación—basada en la necesidad de un espacio más amplio y adecuado para acoger a cerca de 15 dignatarios internacionales—no debería ser vista exclusivamente como una medida de “seguridad y ceremonial” o como un escenario de “fuerza mayor”.
Una Solicitud Presidencial Aprobada
Esta solicitud especial encontró eco favorabl entre los líderes de ambas cámaras legislativas, el presidente del Senado, Ricardo de los Santos, y el presidente de la Cámara de Diputados, Alfredo Pacheco. Junto a ellos, la resolución fue presentada por el senador Ramón Rogelio Genao del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) y los diputados Virgilio Cedano y Soraya Suárez del PRM, quienes argumentaron su postura y lograron la aprobación del cambio de sede para la ceremonia de juramentación.
Expresiones de descontento y críticas no se hicieron esperar, destacándose la voz de Yván Lorenzo, senador por el PLD de Elías Piña, quien calificó la modificación de la ceremonia como “un espectáculo y show”. Por su parte, Franklin Rodríguez, senador por San Cristóbal de la FP, exhortó a mantener el honor del Congreso Nacional dado que se trata de un acto congrecional de juramentación presidencial. Sin embargo, Gustavo Sánchez, diputado del PLD, y Virgilio Cedano, contrarrestaron las críticas argumentando la legalidad y viabilidad de esta decisión, enfatizando que la Asamblea, compuesta por los mismos legisladores, está en pleno derecho de organizar el acto.
La importancia de este cambio radica en la necesidad de adaptarse a circunstancias excepcionales, permitiendo no solo cumplir con las normativas de seguridad y protocolo, sino también ofrecer un evento que esté a la altura de la estatura internacional de los invitados. Este escenario refleja la dinámica de gobierno y la flexibilidad de las instituciones de ajustarse ante situaciones imprevistas, marcando un precedente en la manera de llevar a cabo ceremonias de juramentación en la República.