El impacto de un evento climático devastador en el país tras 17 años

La sombra de un fenómeno climático destructivo aún se percibe en el territorio tras más de una década

Hace 17 años, un fenómeno climático azotó República Dominicana con gran violencia. Para un día como hoy, el recuerdo de la tormenta Noel aún se mantiene presente en la memoria de muchos. En octubre de 2007, la furia de la naturaleza se hizo sentir a través de intensos vientos que causaron estragos, generando pánico y angustia entre la población.

La devastación provocada por las lluvias torrenciales marcó un hito en la historia del país.

Áreas vulnerables fueron las más afectadas por la embestida de Noel. La fuerza de la naturaleza no discriminó, dejando a su paso caos y destrucción en un escenario desolador para miles de familias.

Un nombre grabado en la memoria colectiva

Noel, una tormenta que se convirtió en sinónimo de desolación y devastación. A medida que pasaban las horas, la magnitud del desastre se hacía más evidente, con cientos de damnificados y viviendas arrastradas por las aguas desbocadas.

La imagen de la lucha por salvar pertenencias y seres queridos se eternizó en la memoria de aquellos que vivieron a merced de las aguas torrenciales.

Colapsos de ríos y una nación bajo el agua

Según datos de la CEPAL, localidades como San José de Ocoa, Padre Las Casas, Azua, Oviedo, Cotuí y Moca sufrieron el embate de Noel de manera desproporcionada, con niveles de precipitaciones muy por encima de lo habitual.

El desbordamiento de ríos afectó a miles de familias en zonas vulnerables, convirtiendo terrenos habitables en trampas mortales ante el avance imparable de las aguas.

El impacto en cifras

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Los estragos de Noel se tradujeron en una trágica cifra: 87 fallecidos, 42 desaparecidos y miles de familias desposeídas de todo. La CEPAL contabilizó más de 34,000 desplazados y miles de personas refugiadas en escuelas y centros comunitarios en busca de resguardo y protección.

Provincias como Duarte, Bahoruco, Barahona, Azua, San José de Ocoa, Monseñor Nouel, San Cristóbal y Peravia se vieron particularmente afectadas, con comunidades aisladas y una economía rural golpeada de forma contundente.

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La huella de la devastación dejada por Noel aún perdura en la memoria colectiva, recordándonos la fragilidad ante los embates de la naturaleza.

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