Visita histórica del monarca español a la joya cultural de Santo Domingo
El 15 de agosto de 2024, en una velada memorable, el Rey Felipe VI de España, junto a distinguidas personalidades como el presidente Luis Abinader, la primera dama Raquel Arbaje y la vicepresidenta Raquel Peña, realizaron una visita al Museo de la Catedral en la capital de Santo Domingo.
Una oportunidad única para apreciar la riqueza patrimonial y espiritual de América Latina en este lugar emblemático, fortaleciendo así los vínculos históricos entre ambas naciones.
Sumérgete en la historia de la fe en el continente americano, desvelada en este recinto cargado de simbolismo y legado cultural.
El testimonio silencioso de la llegada de la civilización europea a estas tierras se preserva en este museo, ubicado en un monumento de gran importancia histórica.
Desde figuras icónicas como Isabel la Católica hasta personajes clave como Nicolás de Ovando, María de Toledo y Rodrigo de Bastidas, las paredes de este museo relatan las historias que han forjado nuestra identidad tanto en España como en República Dominicana.
La visita real al Museo de la Catedral evidenció el reconocimiento mutuo y enfatizó el valor de esta herencia compartida. Un tesoro de arte y devoción que estrecha los lazos culturales y religiosos entre ambos países.
La admiración del Rey por la colección del museo resalta la importancia de preservar y difundir nuestro legado cultural para las generaciones presentes y futuras.
Este encuentro trasciende las formalidades para representar una celebración de nuestra historia común y un vínculo palpable entre el pasado y el futuro, reafirmando que todos somos parte de la evolución histórica.
En manos de un voluntariado entusiasta bajo la dirección de Fabiola Herrera de Valdez y coordinado por Mons. Lorenzo Vargas, el Museo de la Catedral es un ejemplo de gestión autónoma y sostenible que destaca en la Red Nacional de Museos.
Un momento histórico que sella la unión de dos culturas a través del arte y la fe
La presencia del monarca español en la juramentación de Abinader marca un quiebre en el protocolo al optar por un atuendo distinto al convencional.