La partida ha comenzado de nuevo

En el béisbol americano existe un dicho popular entre los comentaristas cada vez que un encuentro se iguala: “estamos ante un juego totalmente nuevo”. De una manera bastante similar se ha desenvuelto la escena política en los Estados Unidos, tras la sorprendente noticia del 20 de julio de 2024, cuando el presidente Joe Biden comunicó que no aspiraría a la reelección por su partido. Con este contexto, parecía que Donald Trump, el candidato del Partido Republicano, ya tenía asegurado el triunfo electoral, especialmente después del intento de asesinato que sufrió la semana pasada, evento que lo erigió casi como un superhéroe frente a sus partidarios, al invitarlos a continuar luchando y evidenciar el ideal del excepcionalismo americano.

La dinámica política de Estados Unidos experimentó una transformación total con el anuncio de Biden, quien al renunciar a ser el abanderado presidencial del Partido Demócrata, ofreció su pleno apoyo a Kamala Harris para asumir la postulación a la presidencia por el partido. Esto motivó a que, de manera unánime, la maquinaria política demócrata apoyara a la vicepresidenta, que en apenas un día desde el anuncio de su campaña, logró recolectar 81 millones de dólares. Posteriormente, en una semana, amasó una cifra de 200 millones, recibiendo el respaldo de Barack Obama y Michelle Obama, además del apoyo de más de 170,000 voluntarios dispuestos a colaborar en su lucha electoral.

Antes que nada, Kamala Harris se encuentra ante tres desafíos cruciales que, si logra superarlos, la podrían convertir en la primera mujer en ocupar la presidencia de los Estados Unidos. Parecería que cuenta con un respaldo sólido de su partido, lo que ha provocado un resurgimiento en el entusiasmo de los miembros de dicha corriente política. Ahora, encuestas en estados claves como Arizona, Wisconsin y Pennsylvania la colocan adelante en las preferencias, un escenario que parecía lejano hasta hace poco.

Un segundo importante desafío para la vicepresidenta Harris es su rendimiento en el próximo debate frente a Donald Trump. A pesar de que el expresidente es conocido por su agresividad durante las discusiones, Harris mostró en su primer evento como presunta candidata demócrata, un estilo firme y decisivo, marcado por una retórica entendible y directa. En este encuentro, hizo énfasis en su experiencia como fiscal general de California y del distrito de San Francisco, resaltando su capacidad para enfrentar a Trump en el debate como si fuese una luchadora de boxeo experimentada, aprovechando de igual modo su vasta experiencia en debates, tanto por su rol previo como fiscal, como en su carrera política.

Un tercer desafío significativo para Kamala Harris en su camino hacia la presidencia es la selección de su compañero de fórmula vicepresidencial. Aunque históricamente los candidatos a la vicepresidencia no han sido determinantes en el resultado electoral, excepto en casos como el de Lyndon B. Johnson en 1960, es esencial que el elegido pueda contrarrestar las debilidades del candidato presidencial y sea determinante en los estados claves. Josh Shapiro, gobernador del estado de Pennsylvania, parece ser una elección acertada para Harris, dada su popularidad en un estado decisivo y su capacidad para conectar con el electorado trabajador blanco, crucial para lograr una victoria en las elecciones.

Shapiro es conocido por su afinidad con los trabajadores y su buena gestión estatal, reflejada en una aprobación superior al 59%. Su habilidad para entablar un discurso que balancea temáticas social-liberales con posturas ligeramente conservadoras, podría posicionarlo favorablemente frente a ataques que buscan pintar a Harris como extremadamente liberal. No obstante, su elección podría ahondar en las fisuras internas del partido, especialmente por sus posturas respecto al conflicto en Gaza, que podría afectar el apoyo en estados críticos con alta población musulmana como Michigan.

Harris, si bien enfrenta una mayor tasa de rechazo en comparación con Biden, ha sabido inyectarle energía y dinamismo a su campaña, mostrando un vigor sin precedentes. Sin embargo, uno de los asuntos más delicados que tendrá que abordar es la problemática fronteriza, heredada desde el inicio de la administración de Biden donde fue asignada a manejar la crisis. La habilidad para defender su gestión de esta situación será crucial para mantener o incluso aumentar su base de apoyo frente a los desafíos que Trump pueda presentar.

Para triunfar en las elecciones del 5 de noviembre, Harris tiene dos estrategias claras: consolidar los estados del cinturón industrial y ganar en estados tradicionalmente republicanos que forman parte del cinturón del sol. Aunque lograr ambos objetivos representa un desafío considerable, especialmente en Carolina del Norte, donde ningún demócrata ha vencido desde Obama en 2008, la carrera electoral promete ser imprevisible, demostrando una vez más que en política todo puede cambiar rápidamente, evidenciado en ejemplos como los de Hillary Clinton en 2016 y Thomas Dewey en 1948.

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