Un momento de preocupación y desorientación
Desde hace décadas, el mundo ha estado en constante peligro, con una diversidad de elementos amenazantes que indican que aún no hemos alcanzado lo más bajo, y que la agitación presente tiene raíces profundas. Las guerras que cobran vidas inocentes, la división entre proyectos basados en la solidaridad y aquellos que fomentan el odio y la exclusión social, nos señalan hacia una civilización donde la incertidumbre será la norma. En ese escenario, nadie estará a salvo.
Además, la preocupación por el futuro se incrementa debido a la incertidumbre surgida durante la reciente elección en EE. UU. y las posibles consecuencias de su desenlace. Voces autorizadas a nivel mundial temen el impacto del regreso de Donald Trump al poder, dada su campaña cargada de mentiras, agresividad y desprecio hacia diversos grupos, incluyendo a inmigrantes y comunidades vulnerables. Este tipo de discurso no solo afecta a los seguidores del personaje, sino que también despierta preocupación en ámbitos internacionales.
Por otro lado, la propagación de discursos extremistas y excluyentes en diversas partes del mundo, así como el ascenso de gobiernos de derecha, plantea un panorama incierto para la sociedad global. En nuestra región, la ultraderecha ha ganado terreno en países como Brasil, Chile, Colombia y Argentina, generando tensiones y conflictos sociales. A pesar de algunas victorias progresistas, la incertidumbre persiste en el escenario político.
La creciente intolerancia en el debate público, junto con la promoción de discursos racistas y discriminatorios, refleja una preocupante tendencia mundial hacia la polarización y la confrontación. La posibilidad de un triunfo de Trump en EE. UU. ha generado alarma en sectores que buscan apoyar sus políticas xenófobas y discriminatorias. Esta situación, sumada a otros problemas locales, refleja la necesidad urgente de un cambio en el rumbo político y social.
Además, las crisis internas en diferentes ámbitos, como el manejo del ayuntamiento y decisiones políticas cuestionables, han generado desconfianza y desánimo entre la población. A pesar de indicadores positivos, como el aumento de la inversión extranjera, persiste la sensación de incertidumbre y la búsqueda de un cambio de dirección en la política nacional.