Rituales, sufrimiento y reconciliación en la conmemoración chilena del once de septiembre

Reflexión sobre conmemoración del 11 de septiembre en Chile

El once de septiembre es una fecha fundamental para ciertos grupos de la izquierda chilena, más allá de su connotación política, se convierte en un evento con un significado casi sagrado. La conmemoración del golpe de Estado de 1973 va más allá de ser un simple recordatorio histórico, se transforma en una especie de ritual en el cual se honra a los mártires y héroes de una historia que ha marcado profundamente a Chile.

En esta liturgia del 11 de septiembre, se pueden identificar elementos simbólicos que adquieren una relevancia especial. Las víctimas de la dictadura son veneradas de manera equiparable a figuras santificadas en otras tradiciones religiosas, representando la pureza de su sacrificio y la lucha por la justicia. Especialmente los desaparecidos ocupan un lugar de profundo respeto, ya que la imposibilidad de cerrar el duelo mantiene viva la herida de su ausencia. Por otro lado, Salvador Allende se erige como el mártir principal, simbolizando el sacrificio personal en pro de la construcción de una sociedad mejor. Esta unión a través del sufrimiento compartido congrega a los seguidores año tras año para honrar a los caídos y preservar su memoria.

Encuentros anuales y reflexión colectiva

La liturgia del 11 de septiembre cuenta con líderes que desempeñan un papel sacerdotal en esta ceremonia, guiando a la comunidad con sus palabras de esperanza y resistencia. La exaltación de la victoria del “pueblo unido, jamás será vencido” se presenta como un ideal al alcance, pero siempre lejano, similar a la promesa de un paraíso eterno en las doctrinas religiosas. A diferencia de muchas religiones, esta liturgia carece de la noción de culpa, ya que los errores y pecados son atribuidos exclusivamente a los enemigos políticos, desviando la autocrítica interna que podría contribuir a la sanación colectiva y la reconciliación.

Un desafío de introspección y reconciliación nacional

La liturgia del 11 de septiembre ha evolucionado a lo largo del tiempo, manteniendo su esencia en el sufrimiento y la lucha, pero adaptándose a los cambios sociales y políticos. Compararla con eventos más recientes, como el plebiscito del 4 de septiembre de 2022, revela diferencias significativas en la forma en que se procesan las derrotas. Mientras la conmemoración del golpe de Estado de 1973 tiende a eximir de responsabilidades internas, el plebiscito reciente evidencia la necesidad de asumir errores propios y aprender de ellos para avanzar hacia una sociedad más justa.

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Conclusión: hacia una reflexión colectiva honesta

La reflexión sobre estos eventos históricos en Chile plantea la importancia de una autocrítica sincera que permita superar el sufrimiento y avanzar hacia una reconciliación verdadera. Reconocer los errores propios, más allá de culpar a un enemigo externo, es crucial para el crecimiento moral y político de una sociedad. Solo a través de la introspección y la aceptación de la diversidad de visiones y opiniones, se podrá construir un futuro basado en el entendimiento y la cooperación.

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Pablo Policzer, Profesor Asociado de Ciencia Política en la Universidad de Calgary (Canadá), Doctor en Ciencia Política por el MIT.

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