Despertar con tonos dorados en el cielo de una ciudad
La capital amaneció con un cielo teñido de tonalidades amarillas que no se debieron a la presencia del sol. Esta peculiaridad en la atmósfera tuvo su origen en la conjunción de diversas formaciones nubosas, causadas por fenómenos atmosféricos como la onda tropical número 34 y una vaguada.
Los tonos amarillos, anaranjados y rojizos que se proyectaban en el firmamento crearon la impresión de estar contemplando una obra de arte celestial, resultado de la dispersión selectiva de la luz solar por los gases de la atmósfera.
Un reconocido experto en meteorología, Jean Suriel, corroboró que las nubes cumulonimbos, asociadas a la inestabilidad climática y de gran altitud, fueron las primeras en capturar los rayos solares al amanecer, antes de que el sol completara su ascenso.
Impacto de las distintas capas atmosféricas en el fenómeno observado
Por otro lado, las nubes estratos, situadas en las capas más bajas de la atmósfera, jugaron un papel crucial al refractar la luz solar de forma particular, según explicó Suriel.
Esta situación meteorológica contrastante generó gran impacto en la ciudad, despertando la curiosidad y la admiración de sus habitantes frente a un panorama tan inusual y cautivador en el amanecer urbano.