Impacto del hábito de fumar y posibles alternativas en la salud bucal
En los tiempos antiguos, el tabaco se usaba en rituales y tratamientos curativos en América, antes de ser llevado a Europa. En siglos pasados, su consumo estaba más ligado a usos medicinales, pero con el tiempo se popularizó con propósitos recreativos. En el siglo XX, la comunidad científica empezó a señalar los numerosos riesgos del tabaco, desde problemas respiratorios hasta cáncer de pulmón, lo que desencadenó campañas preventivas. La Organización Mundial de la Salud lo considera una enfermedad, adictiva y perjudicial no solo para el consumidor directo, sino también para quienes lo rodean, como fumadores pasivos. Para ayudar a superar esta adicción, se han introducido diversas alternativas, algunas con nicotina y otras sin ella, aunque no siempre son saludables.
La salud bucal se ve afectada de varias maneras por el consumo de tabaco, como el mal aliento que delata al fumador, disminución del flujo salival que provoca sequedad en la boca, manchas en los dientes, aumento de caries, riesgo de enfermedad periodontal, alteración del gusto, dificultad en la cicatrización y mayor predisposición al cáncer oral. Dejar de fumar requiere esfuerzo personal, apoyo externo y acompañamiento profesional, ya que las consecuencias pueden perdurar o ser permanentes. Es fundamental que los fumadores acudan al dentista regularmente, estén atentos a cualquier cambio en la boca y se comprometan a abandonar este hábito nocivo para su salud en general.