Optimizando la presencia en los medios más allá del paradigma del entretenimiento
El 16 de agosto se llevó a cabo la toma de posesión del presidente Luis Abinader por segunda vez consecutiva, junto con su equipo de gobierno y los representantes del poder legislativo, asumiendo así el rumbo de nuestro país.
Este evento, de gran relevancia para la sociedad dominicana, suele requerir un enfoque riguroso y profundo tanto en la cobertura mediática como en los análisis realizados por expertos en política, sociedad y economía.
De manera desafortunada, en esta ocasión se repiten ciertos patrones que desplazan la importancia de esta investidura por cuestiones superficiales, como si se tratara de un mero espectáculo o un evento de moda.
No se trata de oponerse a la diversión y el entretenimiento, ya que cumplen una función social importante, pero es necesario discernir y otorgar la debida importancia a cada aspecto en su momento.
En República Dominicana, nos encontramos en un momento de gran tensión, con casos de violencia que han acaparado los titulares en las últimas semanas, incertidumbre sobre decisiones cruciales que marcarán nuestro futuro, como las propuestas de reformas constitucionales y fiscales impulsadas por el Ejecutivo.
Además, la configuración de un nuevo Congreso Nacional sin contrapeso, la crisis migratoria y otros temas fundamentales que han sido parte de nuestra historia. Ante este panorama, surge la interrogante: ¿Por qué la cobertura de la toma de posesión se centra en la vestimenta de los funcionarios en lugar de abordar temas más relevantes?
Las mujeres en el ámbito político, como suele suceder, son objeto de superficialidad por encima de sus ideas y propuestas. ¿Quién las viste? ¿Cómo se peinan? ¿Qué marca de maquillaje usan? ¿Cuánto cuesta su bolso? ¿Quién lució mejor? Preguntas sin sustancia.
Es alarmante y poco saludable para nuestra democracia que los periodistas y medios den más importancia a eventos sociales que a las propuestas y acciones de quien dirige el país.
Una vez más se pone de manifiesto la falta de periodismo profundo y basado en datos. Una vez más se evidencia la necesidad de un periodismo de verificación. Una vez más se muestra la prevalencia de lo banal sobre lo verdaderamente trascendental en nuestra sociedad del espectáculo criolla.
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