Hay tres elementos que perduran en el tiempo: la fe, la esperanza y, sobre todo, el amor, siendo este último el más significativo. Según 1 Corintios 13:13, el amor resalta sobre los demás.
Según la Sagrada Escritura, de todos los dones perdurables, el amor ocupa el primer lugar. Esto nos lleva a cuestionarnos acerca de su importancia en nuestras vidas. Entender el amor nos incita a compartirlo, generando un impacto positivo en aquellos que nos rodean.
El descuido del amor es una realidad para muchos, lo cual ha llevado a la desintegración de familias y hogares que no han sabido nutrir este sentimiento esencial. Es crucial mantener un entorno lleno de amor en nuestro hogar, pues ello fortifica el vínculo entre parejas, padres e hijos, promoviendo así una existencia llena de armonía y felicidad.
Manifestar el amor a través de acciones, detalles y palabras es fundamental, intentando siempre plantar el amor de Jesucristo en los corazones de los demás. No esperes recibir para primaria dar; ofrece amor sin esperar algo a cambio, ya que con ello demuestras la esencia de quien habita en ti.
El Cultivo del Amor en Nuestras Vidas
El amor no solo debe ser un sentimiento guardado, sino una práctica cotidiana que nos distinga como seres llenos de compasión y empatía hacia los demás. En un mundo donde predominan el egoísmo y la indiferencia, ser portadores de amor es una forma de ir contra corriente, pero también de marcar una diferencia significativa.
La Expresión del Amor en la Cotidianidad
En cada gesto cotidiano, podemos ser un faro de amor para aquellos que nos rodean. Desde una palabra de aliento, un gesto de ayuda, hasta el compartir de nuestro tiempo, todo cuenta cuando se trata de sembrar amor. Vivimos en tiempos que necesitan más que nunca de la luz del amor para enfrentar las sombras de la desesperanza y el desamor.