Conectar con la esencia de la naturaleza para conservarla
Por Mauricio Sánchez
Es notorio que la ‘crisis ambiental’ no se limita a la extinción de especies y al cambio climático, abarca también la disminución de la diversidad cultural, la falta de interacción personal y social con el entorno natural, así como la distribución desigual de la contaminación y el deterioro del ambiente entre las comunidades. Existe un consenso internacional en torno a que enfrentamos una ‘crisis de valores’ que demanda recuperar el sentido completo de la ‘vida’ que deseamos preservar, tal como reflejan los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Marco Global de la Biodiversidad de Kunming-Montreal.
Generar un nuevo entendimiento
Desde los años 80, se hizo predominante en el ámbito de la conservación el término ‘biodiversidad’, acuñado por científicos estadounidenses para denotar la multiplicidad de formas de vida. A pesar de ser una innovación relevante en su momento al ampliar el enfoque de conservación más allá de las especies llamativas o grandes, integrando la diversidad genética, las interacciones en el ecosistema y la complejidad ambiental, se sigue manteniendo una visión principalmente basada en el valor intrínseco y métricas biofísicas. Posteriormente, en los años 90, emergió la economía ecológica en conjunto con la noción de ‘servicios ecosistémicos’, destacando los valores monetarios y utilitarios de la naturaleza.
Sin embargo, abordar la conservación únicamente desde perspectivas ecológicas o económicas podría ocasionar injusticias hacia comunidades locales e indígenas. La desigualdad en la accesibilidad y distribución de los beneficios de la naturaleza ha llevado a que estos grupos sean afectados por políticas ambientales que se perciben como imposiciones coloniales. Se ha demostrado que excluir a las personas en la toma de decisiones repercute negativamente en la implementación de acciones de gestión efectivas.
Desde los 2000, diversas iniciativas han promovido enfoques más diversos. En particular, la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) ha desafiado las concepciones arraigadas en términos como ‘biodiversidad’, ‘naturaleza’ y ‘servicios ecosistémicos’, reconocidos mayormente en la cultura occidental. Es crucial entender que en muchas culturas, como las de América, no existen separaciones nítidas entre lo natural y lo social, sino que se contempla una única esfera de ‘vida’ interconectada.
Aspectos a considerar
A pesar de los avances logrados, todavía queda pendiente integrar valoraciones holísticas de la naturaleza que incluyan aspectos ecológicos, monetarios, socioculturales y de salud. Históricamente, los diálogos sobre conservación se han desarrollado principalmente desde una perspectiva científica en el Norte Global, influyendo en las políticas ambientales a nivel mundial. En la actualidad, una comprensión más inclusiva de la conservación incorpora visiones provenientes de diferentes regiones del mundo. Por ejemplo, el Marco Global Kunming-Montreal propone no solo conservar el 30% de la superficie terrestre para 2030 (la meta ’30×30′), sino hacerlo de manera equitativa con sistemas de gobernanza que valoren múltiples perspectivas y cosmovisiones de la naturaleza.
Desafíos y oportunidades
América Latina juega un rol crucial al contar con líderes y pensadores que abogan por la diversidad de voces en la conservación, alejándose del pensamiento único occidental. La región ha impulsado movimientos sociales relacionados con comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes, cuyos representantes han alcanzado cargos relevantes en gobiernos locales. A pesar de estos avances, aún persiste el riesgo para quienes defienden el ambiente en la región, siendo Latinoamérica el continente más peligroso para activistas ambientales.
En el camino hacia un nuevo paradigma que promueva la equidad, inclusión y justicia en la conservación, Latinoamérica destaca por sus aportes a nivel global. Es fundamental integrar la biodiversidad biológica y cultural, combinando saberes ancestrales con enfoques contemporáneos para abordar de manera efectiva la crisis de valores que enfrentamos en la actualidad.