Un acontecimiento poco conocido en la relación entre dos naciones
Con la asunción de Abraham Lincoln como presidente de los Estados Unidos en marzo de 1861, la orientación de la política exterior del país experimentó cambios significativos. La resistencia del Sur a la abolición de la esclavitud, entre otras decisiones, desembocó en la guerra de Secesión. En lugar de continuar con planes de expansión militar, el gobierno se enfocó en resolver las problemáticas internas del país.
Esta situación complicó las gestiones de la empresa Patterson y Murguiendo para que el gobierno estadounidense exigiera a la República Dominicana permitirles mantener la explotación de los depósitos guaneros en Alto Velo. El funcionario encargado de investigar, Jeremiah Black, ya no ocupaba el cargo de secretario de Estado tras la llegada de Lincoln al poder.
Un dato relevante: Dos prólogos con diferencias esenciales
El 27 de marzo de 1861, Black, ahora actuando como abogado de la empresa, se comunicó con el secretario de Estado, William Seward, sobre el caso de Alto Velo. A pesar de las investigaciones realizadas por William Cazneau en Santo Domingo, la información tardó en llegar a Estados Unidos.
La carta de Black a Seward enfatizaba la importancia de la intervención gubernamental a favor de Patterson y Murguiendo en Alto Velo, citando las circunstancias del caso.
Lamentablemente, las gestiones de Black no tuvieron éxito debido a la proximidad de la guerra civil en EE. UU. y a un cambio en la política de expansión de Seward a instancias de Lincoln. Asimismo, la República Dominicana se convirtió en una provincia de España en marzo de 1861, lo que complicó las acciones estadounidenses en defensa de Patterson y Murguiendo.
La intervención de Lincoln fue crucial para la resolución del conflicto en Santo Domingo, según el historiador Tansill. Sin embargo, la situación en el terreno no favoreció a los reclamantes norteamericanos de Alto Velo.
En 1865, tras finalizar la guerra civil y la retirada de las tropas españolas de República Dominicana, Black y sus clientes vieron una oportunidad para que EE. UU. interviniera en la disputa con el gobierno dominicano.
Para sorpresa de todos, Seward mostró mayor interés en el arrendamiento de la bahía de Samaná.