CARACAS (AP) — La comunidad internacional, en su mayoría democrática, ha rechazado casi en bloque los resultados de los comicios presidenciales en Venezuela, solicitando un recuento fidedigno de los votos ante las acusaciones de una contundente victoria opositora sobre Nicolás Maduro.
Recientemente, los presidentes de Brasil y Colombia, ambos líderes izquierdistas y considerados aliados clave de Maduro, se han sumado a la lista de países, incluyendo a Estados Unidos, que han manifestado su inquietud por los comicios del domingo. El Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, percibido como partidista hacia el gobierno, anunció a Maduro como ganador con un 51% de los votos, versus el 44% obtenido por el contrincante opositor Edmundo González.
Maduro, a pesar del creciente escrutinio internacional, mantiene su posición celebrando su triunfo, sofocando las protestas que surgieron como respuesta a los resultados electorales y lanzando advertencias de detención contra González.
Con la situación política escalando hacia un panorama incierto, existen diversas estrategias a la disposición de Maduro:
Sus opciones incluyen desde abdicar al cargo presidencial hasta convocar a nuevos comicios bajo la supervisión de observadores internacionales que puedan verificar la integridad del proceso electoral. Tales decisiones solo podrían emerger de profundas discusiones entre la oposición, Estados Unidos y Maduro, buscando un pacto que garantice un reparto de poder y ofrezca protección legal a Maduro y sus colaboradores frente a posibles futuras acciones legales.
Igualmente, hasta este momento, Maduro ha intensificado su respuesta. El régimen ha detenido a 700 individuos relacionados con los disturbios post-electorales. Entretanto, las protestas han resultado en al menos 11 fallecidos a lo largo del país.
Arnson, perteneciente al Wilson Center en Washington, señala: “Maduro podría confiar en la posibilidad de que las manifestaciones se disipen por fatiga”, destacando el deterioro nacional y la improbabilidad de recuperación económica sin un proceso electoral reconocido como legítimo.
IMPLICACIONES DE UN CAMBIO
Un cambio significativo en la política venezolana representa múltiples riesgos para el actual mandatario.
Al enfrentar investigaciones por parte de la Corte Penal Internacional debido a la represión de protestas en los años 2014 y 2017, además de una recompensa ofrecida por Estados Unidos de 15 millones de dólares por su captura por narcotráfico, Maduro, aun deseando retirarse, se encuentra en una situación complicada. Esta circunstancia se extiende a sus aliados cercanos, incluyendo altos mandos militares, quienes también se verían afectados por cargos criminales, restringiendo cualquier negociación potencial.
Lansberg-Rodríguez comenta: “Es probable que Maduro vea su única salida en un espectro que va desde un prolongado tiempo en La Haya hasta una muerte ignominiosa, lo que le lleva a perpetuar la falsedad en la que se encuentra atrincherado”.
EL APOYO INTERNACIONAL A MADURO
Desde el extranjero, la figura del presidente Lula da Silva de Brasil se ha destacado en la búsqueda de una solución al conflicto, considerando lo que está en juego no solo para la cúpula gobernante sino para los millones de venezolanos dentro del país.
Da Silva ha manifestado: “Maduro es plenamente consciente de que cuanto más transparente sea el proceso, mayores serán sus oportunidades de liderar Venezuela en paz”.
Adicionalmente, figuras como el presidente colombiano Gustavo Petro y Pablo Iglesias de España han mostrado su apoyo, subrayando la posición de Estados Unidos como el actor con mayor capacidad de influencia. Desde la última elección de Maduro, EE.UU. ha impuesto sanciones y ha reducido gradualmente su política de “máxima presión” con la intención de abrir espacios políticos en Venezuela.
A pesar de las demandas de EE.UU. por una auditoría completa de los resultados electorales que generen confianza en el pueblo venezolano, hasta el momento se han abstenido de denunciar fraude, manteniendo una postura de moderación. Sin embargo, las acciones contra González y su apoyo, María Corina Machado, podrían forzar un cambio en esta actitud.