Un suceso poco conocido en las relaciones entre Estados Unidos y República Dominicana
En relación al hecho previo, frente a la ocupación de la pequeña isla de Alto Velo, el gobierno dominicano envió una comisión importante para llevar a cabo la evacuación. Al llegar, los miembros de la comisión dialogaron con John A. Miller, encargado de las labores de explotación del fertilizante conocido como guano de las aves marinas, que estaban realizando once ciudadanos estadounidenses.
Al ser cuestionado sobre su presencia en el lugar, él afirmó que estaba representando al capitán S. R. Kimball. Según su versión, estaban respaldados por la Ley del Guano aprobada por el Congreso de Estados Unidos en agosto de 1856.
Posteriormente, José Gabriel García, secretario de la comisión, le explicó a Miller que Alto Velo no estaba contemplada en la resolución sobre guano dictada por el Congreso de su país, ya que esa isla estaba bajo la jurisdicción de República Dominicana. A pesar de la resistencia del representante del capitán Kimball a abandonar el lugar, finalmente fueron trasladados a Santo Domingo en la goleta “Mercedes”. Además de las maderas de las chozas, llevaron consigo mulos, provisiones y herramientas.
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Al llegar a la capital, luego de un viaje de cuatro días con el equipo y los utensilios utilizados en la extracción del guano, en lugar de enjuiciar a los aventureros y confiscar esos elementos como evidencia, el gobierno de Pedro Santana ordenó que fueran puestos bajo la disposición del cónsul Jonathan Elliot. Al parecer, al gobierno solo le interesaba recuperar la propiedad sobre Alto Velo. El cónsul estadounidense expresó a Felipe Fernández de Castro, nuestro ministro de Relaciones Exteriores, que esperaba resolver la situación sin intervención oficial, pero con la llegada del capitán Kimball a suelo dominicano, comenzaron a surgir conflictos entre los empresarios de la Compañía Petterson y Murguiendo, así como entre los gobiernos dominicano y estadounidense.
Durante las negociaciones, la administración de Santana descubrió que los extranjeros habían enviado a Estados Unidos seis cargamentos de guano, equivalente a 1.033 toneladas, valuadas entre 40 y 50 dólares cada una, mientras que el capitán Kimball afirmaba haberlas vendido a 14 dólares. República Dominicana exigía una compensación por la cantidad de guano extraído, pero Kimball sostenía que las ventas no habían generado suficientes ganancias para cubrir los costos de producción y transporte, negándose a negociar con el gobierno dominicano bajo el precio original.
En medio de las discusiones, en octubre de 1860 sucedió un acontecimiento sorprendente: aprovechando una de las pausas en las negociaciones, el grupo de estadounidenses trasladó sus herramientas de trabajo a la goleta “Alice Mowe” con la intención de escapar clandestinamente del país. Las autoridades dominicanas, informadas de la situación, impidieron su huida al detener a los fugitivos en altamar. Curiosamente, los fugitivos exigieron al gobierno dominicano compensación por los “daños y perjuicios de la detención de su barco”.
El 8 de enero de 1861, la Compañía Patterson y Murguiendo solicitó a Jeremiah S. Black, secretario de Estado del gobierno de James Buchanan, que presentara una queja contra la administración dominicana por lo ocurrido. Black respondió que el gobierno de Santana argumentaba tener jurisdicción sobre la isla, y por ello, el Departamento de Estado consideraba adecuado asignar a William Cazneau, el enviado especial en Santo Domingo, la tarea de investigar todo lo referente al caso. Una ironía, ya que Cazneau había tenido un papel relevante en el conflicto desde sus inicios.