Factores protectores para prevenir el cáncer de mama

Factores que protegen contra el cáncer de mama

La adopción de costumbres saludables como una dieta equilibrada, con nutrientes variados y la realización regular de ejercicio físico, puede disminuir en gran medida el peligro de sufrir cáncer de mama. Estudios respaldan la importancia de la alimentación mediterránea y la actividad física en la prevención de esta enfermedad.

Alimentación

La vitamina D es vital para la defensa contra el cáncer de mama. Se puede obtener principalmente a través del sol (rayos UVB) y alimentos como leche entera, aceite de hígado de bacalao, salmón y huevos. Niveles de vitamina D inferiores a 20 ng/ml se consideran un factor de riesgo corregible para el cáncer de mama.

El selenio, un oligoelemento con propiedades antioxidantes, también juega un rol significativo en la prevención. Puede ser adquirido a través de alimentos como nueces de brasil, pescado y mariscos.

El consumo adecuado de fibra, especialmente la proveniente de vegetales, está relacionado con un menor riesgo de cáncer de mama. En mujeres premenopáusicas, este efecto es más marcado. La fibra mejora la insulina, regulando los niveles de glucosa y reduciendo los estrógenos, factores clave en la disminución del riesgo de este cáncer.

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Un régimen alimenticio con abundancia de frutas y verduras ha demostrado una reducción del riesgo de cáncer de mama. Asimismo, el consumo de pescados grasos, como salmón y caballa, ricos en ácidos grasos poliinsaturados (omega-3), aporta beneficios para la salud en general y en la prevención de varias enfermedades, incluyendo el cáncer de mama.

La dieta mediterránea, reconocida por su impacto protector contra este tipo de cáncer, se basa en el consumo de frutas, verduras, cereales integrales, pescado y aceite de oliva. Este modelo dietético reduce la inflamación en el organismo, disminuyendo los niveles de proteína C reactiva, marcador de inflamación relacionado con la formación de tumores.

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Actividad Física

Se ha comprobado que la actividad física es una herramienta efectiva para reducir el riesgo de cáncer de mama, especialmente en mujeres postmenopáusicas. Diversos procesos fisiológicos contribuyen a este efecto protector, como la regulación de hormonas sexuales, la reducción de grasa corporal y la mejora de sensibilidad a la insulina. Además, influye en la disminución de la inflamación, en la reducción del estrés oxidativo y en la mejora de la respuesta inmunológica.

Es recomendable mejorar nuestros hábitos alimenticios cada día e incluir actividad física, al menos siguiendo las normativas mínimas: 150 minutos de ejercicio moderado a la semana y ejercicios de fortalecimiento dos veces por semana. Más siempre es mejor, pero es importante empezar con lo esencial.

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Además, es esencial mantener un equilibrio adecuado entre la alimentación y la actividad física para promover la buena salud y prevenir enfermedades como el cáncer de mama.

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